viernes, 11 de febrero de 2011

Cacho

Y Germán se descolgó con una introducción extensa...

Sent: Tuesday, January 25, 2000 9:05 AM


German Lentner wrote:


"... la que expongo a continuación es una historia auténtica, de un cierto hombre que conocí. O que imaginé. Lo cierto, aunque no tan cierto, es que dicho varón, llevaba por nombre Juan. O Rodolfo. A decir verdad algunos lo llamaban también Pedro. Hasta existe un anciano, muy entrado en años que jura haber visto que en el documento de dicho extraño personaje se esgrimía el nombre de Carlos Gardel. Yo prefiero hacer caso omiso a tan disparatada aseveración. Y para facilitar el trámite de esta historia, prefiero llamarlo Cacho.

Cacho era uno de los muchos poetas desconocidos, que viven de incógnito en los estantes de las librerías céntricas. Este oculto literato, y oculto no por elección sino por mala suerte, ya que nadie lo conocía, gustaba de investigar los extraños rumbos de los imposibles. Sí, digo imposibles.
Ésto trae a colación mencionar un sin número de ejemplos para respaldar tal característica. Por ejemplo Cacho pasaba las tardes de primavera buscando un perro que tuviera dos colas. Y en las tardes frías de otoño, se entretenía mirando al cielo y tratando de vislumbrar la estrella que hacía el amor con la luna, cuando el reloj daba las 12 y cuarto de la noche. En realidad Cacho no quería encontrar nada, sino sólo buscar. ¿saben por qué? Por que si encontraba el perro de dos colas, o el amanecer de 12 horas, o la brisa cristalina que cantaba una tonada al oído, o lo que sea, ésto dejaría de ser imposible, y la razón primordial de su búsqueda carecería de sentido. Para explicar mejor ésto, les menciono un suceso de sus jóvenes quince años.
Cachó, a tan temprana edad, buscaba día y noche un trébol de cuatro hojas, en un tupido prado de las afueras de Cañuelas. Ésto lo distrajo por el término de catorce meses, cuando una tarde de abril, lo encontró. Y por supuesto que se entristeció mucho. Pero Cacho, respiró, juntó fuerzas y reemprendió la búsqueda, pero esta vez sería un trébol de quince hojas y de color púrpura. A lo que le dedico el resto de sus tardes de viernes, hasta su muerte.
A continuación le transcribo un poema encontrado en las cercanías del barrio de San Telmo, cuya autoría, muchos se la asignan a el poeta, conocido por nosotros como Cacho. Ahí va:

Basta.

Basta de metáforas y sinalefas,
de rimas que aprisionan el sentir.
¿acaso los sentimientos tienen nombre?
No, lo aseguro.
Sólo un título que no alcanza
a describir lo indescriptible.
Basta de palabras que me faltan,
¿quien me asegura no haber sentido
amor con mezcla de odio,
amistad con pizcas de envidia,
dolor con lunares de esperanza?
Basta del qué se yo,
y del no sé cuanto.
Y pienso ...
Vale mas una caricia
que un te quiero,
una mirada...
...que mil te amo.

La historia de Cacho se hace muy rica, cuando su edad rondaba los treinta y tantos anocheceres. Pues Cacho se entregó a la investigación mas valedera. la que le llevaría el resto de su aliento. Y me refiero, al amor imposible...

Sent: Tuesday, January 25, 2000 11:52 AM


Olga Ageret wrote:
Por aquellos días Cacho investigaba en cada mujer que cruzaba a su paso. Buscaba y buscaba y no sabía exactamente cómo darse cuenta quiénsería "ella". En unas encontraba rápido los defectos, en otras demoraba más hasta que aparecían... una lo aturdía hablando, otra parecía ausente, esa de brazos muy fríos, aquella asfixiaba insoportablemente... las halló en todas sus formas y conceptos pero el amor imposible demoraba el encuentro...
Tanto investigó que sabía exactamente: ya no confundiría el amor con las mujeres... pero... -Un momento!- se dijo un día... -ya encontré el imposible, conozco su forma, su esencia...
Angustiado de haber sido fácil, la respuesta, Cacho abandonó su búsqueda, que creía infinita.
¿Qué cuál es la respuesta se preguntan? Todas, todas ellas que pasaron por su lado sinser "ella". Todas fueron imposibles porque a ninguna de ellas amaría.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario